Conmemoración en la sociedad mapuche
Reconocimiento en la sociedad nacional
Proceso de conceptualización:
Existen varias Naciones de los Pueblos originarios de la América Indígena que tienen su propia manera de ordenar el paso del tiempo. Para ellas, un ciclo de tiempo no es una situación consensual arbitraria, sino que está sustentada sobre el conocimiento compartido que se tiene de la naturaleza. Este conjunto de saberes incluye el estudio y observación profunda del espacio exterior, en especial del movimiento de la luna.
Uno de esos pueblos originarios es el Mapuche, como los aimará, quechua y atacameños, poseían y poseen un gran conocimiento en ciencia, astronomía y espiritualidad. Su legado cultural nos permite saber que ellos lograron interpretar el movimiento del sol, la luna y las estrellas, en especial el planeta Venus. El pueblo mapuche sabía que la tierra era redonda unos 3.000 años antes de Colón.
“Kiñe txekan alka wiñotuy ta antü”. (Un tranco de gallo se alarga el dia) Con esta expresión la gente mapuche da cuenta de la idea del retorno del sol y su luz a la tierra, de la idea del aumento o la extensión de la duración de los días con respecto a la noche . Eso ocurre para San Juan de acuerdo al concepto occidental (winka) como lo expresaba un fücha che (anciano) “san Juan mew femkey ta tüfa” (para el día de san Juan ocurre esto) a mediados de la década de los ochenta.
Así, hasta hace unas dos décadas, su conceptualización estuvo atravesada por la noción cristiana-católica denominada “San Juan” cuyo historial está vinculado a siglos de “evangelización” hacia el pueblo mapuche desde los tiempos de la colonia. Sin embargo, su trasfondo nunca estuvo en cuestión, pues la sociedad mapuche fue capaz de mantener toda una práctica y conmemoración de significado con relación a un fenómeno de la naturaleza, adoptando un nombre ajeno en circunstancias históricas adversas.
Es así como en el espectro sociopolítico del movimiento mapuche de la década de los ochenta surge la noción de “wüñol txipantu” como contrapelo lineal y literal de la idea occidental de “año nuevo” a fin de relevar un evento propio cada 24 de junio, como una forma también de socializar y difundir su significado al resto de la sociedad nacional. Lo cual, tiene importantes reconocimientos y valorización fundamentalmente a partir del retorno de la democracia desde principios de los años noventa.
Acerca de su práctica y significado:
Como lo hemos señalado, desde los depositarios de la cultura como son los fücha keche del lof, (los ancianos de la comunidad) hasta el día de hoy se mantienen y transmiten los conocimientos respecto de esta conmemoración. En ese sentido, y producto de la convivencia y permanente observación de la naturaleza, se concluyó que en esta época del año ocurría periódicamente allí un fenómeno particular que tenia directa relación con la vida y el vínculo entre las personas y en entorno, y que dice relación con el recorrido del sol y su cercanía o lejanía con respecto al wallmapu (tierra).
Entonces, y tal como ocurre en el hemisferio norte respecto del primero de enero de cada año, a este lado del mundo los mapuche contemplaron y comprendieron el fenómeno del “solsticio de invierno” (la quietud del sol) y el momento de máxima lejanía del sol, pero también su proceso de retorno paulatino para el aumento de la luz solar y por tanto de los días sucesivos. De allí la fuerza que cobra la expresión “kiñe txekan alka wiñotuy ta antü”.(un tranco de gallo se alargo el día)
Es decir, no sólo se sabe que el sol estará más tiempo con nosotros sino que además, la dimensión (metafórica) exacta de su acercamiento diario correspondiente a un “tranco del gallo” por día desde el 24 de junio. Esto, sin duda corresponde a una observación astronómica con un importante nivel de precisión. Entonces, en términos culturales desde el mapuzugun este fenómeno se ha categorizado como “wiñotuy txipantu” o “wiñoletuy antü”, pero la expresión ampliamente consensuada en el contexto señalado hoy ha sido “wüñol-txipantu” (retorno o salida de un nuevo sol, día, año)
Pero además del fenómeno propiamente tal, el trasfondo de significado está dado por la renovación que se produce aquí en la naturaleza y en las personas, el cual se ve reflejado en múltiples acciones de celebración de carácter familiar y comunitario desde el epewün[2](entes del amanecer). Entre ellas, el bañarse en la vertiente, el río y el estero como signo de purificación corporal pues el agua allí viene purificada, la ceremonia del katan pilun o de colocar aros a los niñas, el lhakutun o la asignación de los nombres a los niños, gillañmawün o “rogativa” de los mayores para que el nuevo ciclo sea bueno y favorable para todos.
Además, y junto con eso, con antelación se realizan grandes preparativos por cada familia en distintos tipos y variedades de alimentaciones y bebidas propias a ser consumidas para ese día, principalmente la carne. Igualmente, los contextos de celebración han puesto también los acentos en reuniones o encuentros de carácter más colectivo entre comunidades o lof con participación de autoridades como machi y longko.
En ese contexto de celebración, principalmente familiar, y como producto de su extensión a otros contextos sociales y geográficos como las ciudades, su contenido y forma ha ido variando en el tiempo. Lo cual, puesto en el marco de los reconocimientos de derechos socioculturales colectivos de los pueblos.
Indígenas en general y mapuche en particular, resulta trascendente avanzar en la ampliación de lo mismo, especialmente en esta conmemoración, asumida hoy también por la sociedad nacional y el Estado como el Día Nacional de los Pueblos Indígenas.
Néstor Calfuqueo Nahuelpa
El Comité Indígena agradece a Nestor Calfuqueo Nahuelpán por su aporte al relevamiento de nuestras culturas indígena.